Experimentar un déjà vu
Seguro que alguna vez has experimentado la sensación de vivir una experiencia que ya has vivido en alguna ocasión, como si la hubieses soñado. Y no estoy hablando de cuando entras todas las mañanas al trabajo… esa es otra sensación que sí se repite constantemente. Estoy hablando de lo que se conoce como un “déjà vu” (pronunciado deya vy), término francés que significa “ya visto”. Ya todo el mundo sabe lo que es porque también el término se ha hecho conocido con una película que del mismo título.
La experiencia del déjà vu es algo muy común que la mayoría de la gente ha experimentado en alguna ocasión. Ante un hecho que vivimos por primera vez experimentamos una sensación de familiaridad y cierto sobrecogimiento, porque aunque tenemos la sensación de haberlo vivido ya, no recordamos el haberlo hecho. No sólo se refiere al hecho vivido sino a todo el escenario donde éste ocurre: las caras, el lugar, los objetos; creemos que todo eso ya lo hemos visto en un momento idéntico.
Como siempre, a todo lo que nos sorprende y a lo que no encontramos una sencilla explicación lógica, le atribuimos unas características paranormales. Al déjà vu se lo relaciona con la clarividencia o percepciones extrasensoriales. Lo podemos relacionar con una vida pasada o paralela, con sueños o premoniciones.
El ser humano es muy dado a este tipo de historias de ciencia ficción que a todos nos encantan. Nos sentimos atraídos por lo desconocido, por lo oculto. Buscamos respuestas fantásticas a preguntas que quedan en el aire. Relacionamos hechos aislados y creamos teorías. Inventamos supersticiones. Cualquier cosa por encontrar respuestas a esas incógnitas que nos surgen en la vida, aunque dichas respuestas pensadas fríamente puedan resultar bastante absurdas.
La Psicología nos enseña que la mayoría de las preguntas tienen respuestas lógicas aunque nosotros no las conozcamos. La investigación científica comete muchos errores y el método científico está creado por seres humanos, imperfectos que se pueden equivocar, pero antes de irnos por las teorías más paranormales, debemos intentar ver al ser humano como una máquina tremendamente complicada donde los mecanismos más pequeños dan respuesta a los acontecimientos más cotidianos.
Existen diversas teorías acerca del déjà vu. Una de las que más tiempo se ha sostenido es la que lo explica como un fenómeno neuronal: nuestra vista, nuestro olfato incluso nuestro tacto percibe desde el medio exterior. Estas percepciones se transforman en impulsos nerviosos a través los diferentes receptores de nuestro cuerpo. Los impulsos nerviosos se transmiten por complicados procesos químicos a través de las neuronas, que hacen llegar esta información al cerebro. Las sensaciones, las imágenes, todo lo que percibimos son reacciones químicas en nuestro cerebro. En ocasiones puede pasar que nuestro cerebro no procese bien la información y que la interpretemos poco después de que el proceso haya ocurrido. Nuestro cuerpo ya ha experimentado las sensaciones, pero nuestro cerebro no es consciente de ello. Es por eso por lo que se produce esa sensación de haber vivido una determinada experiencia.
Tras ésta, otras teorías hablan de un "doble procesamiento" de la información, que se hace por dos canales diferentes, uno de recuperación de la información y otro de familiaridad y que cuando uno de ellos no funciona correctamente, provoca el déjà vu.
En la actualidad se ha observado este fenómeno estimulando determinadas partes del cerebro y algunas investigaciones sostienen que incluso los ciegos son capaces de experimentar el déjà vu, por lo que se descartaría la vista como único motor de arranque de esta sensación.
Todas estas teorías son, por supuesto, sólo teorías, pero cualquiera de ellas es más lógica y probable que el entender el déjà vu como señal de una vida anterior o una premonición de futuro.
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