El por qué a las mujeres nos gustan tanto los zapatos es un misterio aún sin resolver.
Según una encuesta realizada este año en EEUU, las mujeres americanas poseen una media de 19 pares de zapatos, aunque usan unos 4 pares habitualmente (esta misma es la cantidad de zapatos que compran al año). Poner como ejemplo EEUU es hablar de consumismo en su estado más desmedido; sin embargo, en España se supera con creces las cifras estadounidenses de compra de zapatos.
Nuestro país destaca en la fabricación de calzado de alta calidad, aunque en los últimos tiempo, los fabricantes españoles han visto disminuir sus ingresos debido a la fuerte competencia que ha ejercido la importación de calzado chino o vietnamita, de mucha menor calidad, pero con diseño actual y a un coste bastante inferior.
Los grandes diseñadores españoles de calzado exportan sus zapatos hacia Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos con un precio medio de unos 20 euros por par, mientras que aquí importamos zapatos desde Asia cuyo precio varía entre los 3 euros y los 9.
Según otra encuesta, el 80% de las mujeres españolas son unas apasionadas de los zapatos y los bolsos, seguidos por los artículos de perfumería y cosmética. Así como los hombres sienten debilidad por la tecnología, a las mujeres nos enloquecen los zapatos. Las amantes de los tacones son las más adictas al calzado.
El zapato de tacón favorece a la mujer, estilizando su pierna, aumentando su altura, adelgazando su figura y aportándole elegancia. Pero no es fácil soportar un tacón. Las más jóvenes y sufridoras se arriesgan con los tacones de aguja, los preferidos del sexo masculino, símbolos de erotismo y seducción. Las que no quieren renunciar a los beneficios de la altura sin arriesgar por ello la salud de sus pies, optan por zapatos de plataforma o cuña. Las que prefieren la comodidad, eligen zapatos bajos: bailarinas, mocasines, sandalias y todo tipo de zapato casual.
¿Y qué mujer amante del zapato no posee al menos dos o tres pares de botas? Las botas son por excelencia las dueñas de los pies durante el invierno; permiten mu8cho juego y hay una infinidad de tipos y materiales, aunque los diseñadores se las arreglan cada año para sacar modelos nuevos que poco tengan que ver con los del invierno anterior.
Recordemos a Manolo Blahnik, uno de los diseñadores de zapato femenino más famosos del mundo, que aunque vive en Inglaterra, es de origen canario (palmero). Sus zapatos son los más codiciados entre la gente pudiente, ya que la ciudadana de "a pie" no puede permitirse los 400 euros que cuesta su modelo más barato, las famosas manoletillas, que hicieron las delicidas de Carrie en la serie "Sexo en Nueva York".
El diseño del zapato femenino se ha especializado tanto, que una compañía aseguradora inglesa, Sheilas’ Wheels, exclusiva para mujeres conductoras, ha diseñado un prototipo de zapato cont acón plegable, específico para conductoras, que facilita el manejo de los pedales del coche, evitandoasí los accidentes derivados de los tacones enganchados al conducir.
Volviendo al tema de este artículo, he intentado hacer mis propias averiguaciones para comprobar los gustos femeninos en relación al calzado y estos son los resultados de mis investigaciones entre el personal femenino de la empresa en la que trabajo:
Rebeca (presentadora):
- Me encantan. Los veo como un elemento decorativo más de mi cuerpo, al que puedo sacar partido.
Verónica (reportera):
- Me gustan los zapatos, pero prefiero la ropa. Al año me compro unos 5 ó 6 pares.
Laura (presentadora):
- Prefiero la ropa, ya que nunca encuentro zapatos de mi número. Los zapatos me gustan altos.
Ángela (estilista):
- Reconozco que soy una adicta a los zapatos. Compro muchísimos, aunque también es por mi trabajo.
Laura (producción):
- Me encantan los zapatos. Nunca son suficientes.
Raquel (reportera):
- Los prefiero altos. Estilizan la pierna.
Tania (productora):
- Lo cierto es que nunca encuentro zapatos a mi gusto. Me gustan bajos y cómodos.
Pato (directora):
- Me gustan los zapatos altos, de punta y con mucho tacón y sobre todo, las botas. A mi chico, que es más bajito que yo, le encanta que me ponga zapatos altos (nota: Pato mide 1.78 y su pareja 1.73)
Mónica:
- Sólo compro los zapatos que necesito.
Seguiremos con la duda de si tenemos una especial predisposición genética al gusto por los accesorios o si es un aprendizaje adquirido por nuestra propia cultura; lo que es innegable, es que a la mayoría de nosotras nos gustan los zapatos.